CON VISION CRITICA: EL TERMINO JUSTICIA “GRATUITA”.
Todos los que trabajamos en el sector jurídico sabemos de lo costoso que resulta sacar adelante un asunto, desde que entra en nuestros despachos hasta que pasa por el filtro del Juzgado o Tribunal correspondiente y el interesado acaba obteniendo una resolución sobre el fondo de carácter firme.
Y me refiero no solo al coste temporal, sino sobre todo al coste material.
Que gráfico resultaría que, a aquellas personas que solicitan el acceso a la justicia “gratuita”, se les enviara al finalizar su caso, un desglose detallado de cada uno de los costes económicos asociados a su asunto (o asuntos, porque hay personas que solicitan el acceso una y otra vez…); desde las horas de trabajo del abogado, material y servicios asociados empleados en la tramitación del caso, hasta las horas de trabajo de los funcionarios encargados de tramitar y resolver el procedimiento, o del coste proporcional de los servicios de mantenímiento del Juzgado o Tribunal en cuestión etc…
En mi opinión, es un error denominar justicia “gratuita” a un servicio que realmente no lo es. Porque como todo termino erróneo, acaba por confundir y por sembrar una visión distorsionada del singular engranaje que compone la Administración de Justicia.
Ciertamente se trata de un derecho troncal del ciudadano que carece de recursos económicos para litigar, pues deriva del propio mandato constitucional contenido en el articulo 119 de nuestra Carta Magna.
El derecho a la asistencia jurídica “de oficio” es eje vertebral de la administración de Justicia, donde los Letrados y Procuradores designados por los distintos Colegios Profesionales para dirigir técnicamente el asunto y representar procesalmente a las partes, respectivamente, somos la pieza fundamental y necesaria sin la cual no seria posible poner en marcha el engranaje.
Es por ello que precisamente y debido a la importancia que supone para nuestro sistema democrático, insertar el termino “gratuito” a través de la norma que lo regula (Ley 1/96 de asistencia Jurídica Gratuita), a mi juicio le resta el valor que merece. Expondré por que:
En primer lugar, creo firmemente que las palabras importan. El nombre que se asocia a algo concreto, también importa.
Las palabras y los nombres sirven para identificar, concretar, detallar, asociar, definir…
A nuestro alcance tenemos cientos de libros sobre psicología y desarrollo personal que describen el poder de las palabras y su influencia en el entorno que nos rodea. Hipócrates, uno de los padres de la medicina moderna, descubrió, hace miles de años que las palabras podían curar. Las palabras abren o cierran puertas.
Y si pretendemos abrir la puerta de algo tan complejo como es el sistema de la administración de justicia, restarle valor a través de la palabra supone elevar un muro en el primer paso y ante la persona que necesita la llave, pues ese muro no le va a permitir ver la realidad, ver lo que hay tras el umbral.
El termino “Gratuito” según la Real Academia de la Lengua Española se define así:
Del lat. gratuītus.
1. adj. De balde o de gracia.
2. adj. Arbitrario, sin fundamento. Suposición gratuita. Acusación gratuita.
De balde.
Imaginemos como se llamaria entonces: Justicia de balde. Asistencia jurídica de balde. Letrado de balde. Sistema de balde…
Tenemos un problema, verdaderamente, lo tenemos. Los Letrados y Letradas que nos dedicamos a prestar el servicio, tenemos un problema y desde luego no somos los que encargados de resolverlo.
Porque yo, que reivindico constantemente la necesidad de poner en valor nuestro trabajo, nuestra labor, nuestra honestidad, nuestra profesionalidad. Yo que he acudido a manifestaciones para que las retribuciones del turno de oficio sean dignas y que los pagos no se eternicen (a día de hoy aun no lo son y existen diferencias palpables entre comunidades autónomas), yo que reivindico que todo el mundo tiene derecho a poder acceder a la justicia sin diferencia, yo que soy una firme defensora de los derechos de las personas… me encuentro a diario con ciudadanos que no reconocen ni valoran la labor que realizamos los Letrados del turno de oficio. Y me pregunto si quizás tendrá que ver la palabra. Y tengo la convicción de que efectivamente, tiene que ver.
NO es de balde. La justicia NO es de balde. El legitimo ejercicio de derechos las personas NO es de balde. La asistencia jurídica profesional NO es de balde. La labor de los Jueces y Magistrados NO es de balde. En definitiva, la convivencia en democracia NO es de balde.
Las palabras importan, los abogados y abogadas del turno de oficio también. Con nuestro trabajo, contribuimos a que los que menos tienen accedan a un servicio publico esencial, en igualdad de condiciones que los que tienen más. Democracia, lo llaman. Y no es gratuito.