Derecho

DE PROFESIÓN ABOGADA

Nunca quise ser abogada. Cuando decidí estudiar Derecho, mi única opción posible era ser Juez. Quería impartir justicia, salvar el mundo, derrotar a los malos y ayudar a los buenos. Hoy me alegro de no haber estudiado judicaturas.

Nunca tuve referentes en la Abogacía. Ni padres, hermanos o tíos abogados. Ni siquiera amigos que se dedicaran a ello. Lo mío con la justicia era una cuestión personal. Desde pequeña, advertí que el mundo era un lugar bastante injusto donde vivir. Y quise remediarlo, quise participar…en definitiva, me propuse cambiarlo. Si, lo se. La mía era una visión bastante hedonista de la justicia. Ahora, después de varios años cabalgando entre Tribunales, a lomos de un rebelde corcel, sé que la“Justicia” tiene un significado diferente.

Nunca me visualicé delante de un Tribunal, hablando en público. Me acongojaba la sola idea de defender un asunto delante de un juez; ese señor, o señora que sabia infinitamente mil veces mas que yo de derecho, o de lo que fuera. Y menos aún teniendo enfrente a un compañero /a contrincante, que por supuesto también sabia mucho mas que yo. Mi imagen de los jueces, siempre ha estado medida por la sabiduría y el esfuerzo que suponen su cargo. Hasta que he tenido la oportunidad de lidiar con algunos/as de ellos. Y en esto, mi concepto también ha cambiado.  Lo mismo me ha ocurrido con algunos compañeros abogados de los que no pretendo aprender.

Nunca quise tener mi propio despacho. Prefería trabajar para otros, asegurarme un salario y trabajar mas horas de las que tenia el día, y la noche, para aprender, para ser mejor, para hacerlo bien. Quería ser buena abogada. Siempre he querido hacer las cosas bien.
Pero lo hice…Y se convirtió en realidad.

Nunca me imaginé el ejercicio de la profesión de otra manera que no fuera siendo yo misma. Intento ser coherente en todo lo que hago. Y no podría ser Abogada si Silvia no estuviera conmigo, a cada paso, en cada reunión, con cada cliente. No entiendo de mascaras, ni de dobleces.

He aprendido a darle la vuelta a las cosas; a entender que una derrota no es mas que un aprendizaje que te permite salvar mas obstáculos la próxima vez.

Nunca pensé que ser Abogada, seria lo que soy ahora. Mi profesión me ha dado herramientas que pocas me podrían haber proporcionado. Ahora soy capaz de dar soluciones a los problemas ajenos, aun cuando las dificultades no te permiten ver la luz al final del camino. A estar, a hacer saber a los otros que estoy. A saber que siempre, un buen consejo es mejor que un cero mas en la cuenta de resultados.

Antes no lo sabia, pero quizá siempre quise ser Abogada. Y por eso he conseguido permanecer en el tiempo, tener mi propio despacho, y sentarme delante de un Tribunal, cientos de veces. Dicen que los abogados somos unos valientes. En esto, estoy completamente de acuerdo. Porque pelear contra gigantes, no es locura ni utopía, sino Justicia.

No ha sido fácil llegar, pero aun queda mucho camino por recorrer.

Colaboración con la revista Talento Magazine

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